miércoles, 4 de febrero de 2009

Oda a mi *oba



Esto fue lo que le escribí a mi abuela por el Dia de la Madre hace unos años. Siempre la recuerdo porque falleció en el 2003 de hemiplejía.

En esta fecha especial quisiera hacer un homenaje a todas las madres. Para todos los que somos hijos “madre hay una sola”. Pero en esta oportunidad me gustaría compartir un breve fragmento de una descripción que le dedique a mi **obaachan, y estoy seguro que muchos de nuestros lectores se sentirán identificados con cada uno de estos párrafos. Lamentablemente en sus últimos años no escuché un “te quiero”, porque simplemente ella ya no podía hablar.

De camisón e inmóvil, así la atisbé en cada tarde luego de que la sala de operaciones de una clínica capitalina anunciara su mal. Sus palabras se convirtieron en simple susurro como cuando pasa el viento por mi costado, sus abrazos se terminaron y sus sonrisa bonachona de cuando le saludaba al entrar a la casa quedaron en el pasado.

Inmóvil e incólume siempre la observaba ya sea en su sillón en el que solía ver televisión o en su cama, yo sólo la miraba y lloraba porque no podía decirle lo mucho que la quería. Realmente sí lo podía hacer pero sentía frustración de no poder escuchar un “yo también”, pero sabía que ella sufría y lo quería decir desde el fondo.

Mi madre me lo advertía desde hace mucho tiempo, teníamos la idea de que mi abuela algún día iba a morir, pero ese día afortunadamente nunca llegaba, me imaginé que iba a vivir por mucho tiempo más porque la consideraba realmente una heroína invencible. Y no era para menos, pues durante muchos años se pensaba que iba a morir pero al final seguía vivita y coleando.

Y es a partir de esos tiempos en que ver una sonda con la comida licuada se hizo común su escritorio. Siempre extrañaré esos momentos que compartí con ella pero ya no se repetirán porque la hemiplejia que padeció fue la culpable de que no le diga un ¡Adiós abuela! ni un “hasta luego” porque ella nos dejó para nunca más volver.

En cada Día de la Madre la recuerdo. Cómo olvidar cuando un billete de diez soles se convirtió en un regalo perfecto para mis aspiraciones de infante. “Aunque sea para tu gaseosa”, me solía decir acompañada con su sonrisa pícara de nacida en el Callao pero de corazón victoriano.

Siempre que la visitaba me recibía con sus manos llenas de caramelos de limón, recuerdo un pote lleno de esos, que en a la llegaba de cada nieto terminaba totalmente vacío. Ella era feliz al ver contentos a los demás, dejaba de dar un pan para que sus hijos y nietos lo saboreen, no le importaba el hambre, sólo que los otros disfruten.

La señora de vestir sencillo, de faldas parchadas y tejidas (así le gustaban), de buen talante y paso cansino cautivaron nuestros días, días que jamás volverán a ser igual porque ella no volverá pero desde el cielo sé que nos observará y así feliz se sentirá.

Un abrazo a todas las madres en su día.

*Diminutivo de abuela (abuelita)
**Abuela en japonés

2 comentarios:

  1. Cuando la muerte se lleva a un ser querido es muy duro y nos arrepentimos el no haberle dicho un "te quiero" aunque la persona amada no te corresponda con el gesto...tienes que aprender a demostrar lo que sientes y asi no lamentarte nada, aun que me han contado por ahi, que cuando eras chiquito eras mas risueño.
    que paso?

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  2. al pasar de los años la gente cambia, el tambien cambio!

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