viernes, 14 de septiembre de 2012

Mikoshi Japanese Food: comida japonesa deliciosa bien servida a sólo 12 soles

“Entre 10 a 11.30 es la locura. No me paro de mi asiento porque suenan los 3 teléfonos y tengo mensajes en la computadora, luego me llaman para pedir más y en el camino me siguen llamando”, nos cuenta Fanny Komatsu, esposa del itamae Takao cuando habla sobre cómo es un día de trabajo en Mikoshi Japanese Food. Y pensar que todo surgió de casualidad por una aventura de Takao que salió a vender 10 obentos al público y ya desde febrero de este año se convirtió en una forma de vida, en el sustento de la pareja. Recordemos que Takao fue uno de los damnificados con el tsunami ocurrido en Japón el año pasado. Es paradójico porque Mikoshi se ha convertido en el tsunami bueno que es alimentado gracias al talento de Takao en la cocina y a lo proactiva que es Fanny haciendo el complemento perfecto para que el Mikoshi se mantenga en alto y con el deseo de constante crecimiento. Para ellos es un orgullo este negocio porque han podido traer “alguito de Japón”, ¡y qué mejor que su comida! “La gente cuando prueba nuestra comida nos dice: ‘No sabíamos que la comida japonesa era tan rica’. Mucha gente cree que es pura fritura pero clientes hay para todos”, detalla Fanny mientras alista los pedidos del día siguiente en su cuaderno que se transformó en su agenda debido a los clientes importantes con los que cuenta. Pero ellos tienen dos puntos bases en donde los ofrecen, que son afuera del Centro Cultural Peruano Japonés de lunes a viernes y los sábados frente a AELU, en el Vip Vip. Es increíble cómo se acaban todos los obento que tienen en stock. “La gente viene y compra, y en muchas veces en menos de una hora vendemos todo”, subraya Fanny. Y desde que inició el gran movimiento de pedidos, se percata que han captado otro público que no es tomado en cuenta por muchos: los jóvenes. “A veces compran uno y al día siguiente piden 7 o 10. Los chicos de la Universidad Agraria, de la Universidad Cayetano vienen a comprar. Los jóvenes que vienen son dos, luego vienen más en carro y se llevan más y ojo que no son nikkei”, destaca. PROYECTO A LARGO PLAZO El sueño de la pareja Komatsu es contar con un Izakaya, que es un pequeño bar que como hay en Japón y al mediodía continuar con el Obentoya. LOS DATOS Búscalos en Facebook como Mikoshi Japanese Food Haz tus pedidos llamando al 5784048/ Cel: 956321313/954779240 O consultas al correo: fannyhm201@hotmail.com

martes, 17 de julio de 2012

¿Pudo ser o éste ser no pudo?

Con un talante medio arrogante, con desdén disfrazado de amabilidad me pidió darle un espacio a mi lado. Cabellos dorados y rostro sonrojado por los días soleados que azotaron la soporífera avenida Tacna la caracterizaron. Su mirada penetrante no se quedó tranquila, pues dos días después me llamó por la mañana. La tarea era el pretexto perfecto para vernos casi al caer la tarde. "Qué raro que me llame si ni me conoce", pensé. Las clases eran las citas perfectas para unos acercamientos inesperados y los trabajos en grupo servían para tener un derecho a rozar nuestras manos y porqué no probar nuestro desenfado ante los testigos. Los papeles, lapiceros y plumones fueron las armas para marcar las ilusiones sin atenuantes. Y así fue que la duda se fue apoderando de mi razón. Pasaba por confusiones que se fusionaron con ilusiones. Siempre recuerdo cuando volviendo a la clase, el ascensor longevo que con sus chillidos pedía ayuda para subir al salón, fue el lugar que presenció nuestro primer desenfreno. Le tomé de la delgada cintura sin titubear como quien baila una bachata y no sentí rechazo de su parte, no dudé y le besé el cuello. "Oye..." escuché de su parte y yo solo me reí. Ella hizo lo mismo con su sonrisa cómplice como de quien comete un atentado. Desde ahí todo fue distinto, la timidez se fue al tacho y las palabras de doble sentido no paraban en cada llamada telefónica o hasta con su mirada de deseo mezclada con ilusión. LA PARTIDA De un momento a otro, viajó con destino hacia el dueño verdadero. La ciudad de los grandes edificios y el dejo como italiano pero humilde la esperaba. No supe de ella por buen tiempo, solo que mientras yo luchaba con todos mis problemas ella disfrutaba con él del rico pasear y gran diversión por la ciudad y distintas discotecas que atestiguaron sus besos apasionados... y yo estudiando en Lima. Pese a que tomé su cariño de manera superficial y siempre estuve en desacuerdo con su ida- pero no con su regreso- admito que le extrañé. No era fácil estar sin ella, quien se convirtió en además de mi amiga, en mi confidente y porqué no en un amante furtivo. Pasaron las semanas hasta que regresó. Viví una gran expectativa por su llegada ¿me tratará igual o será más fría?- me pregunté siempre. Pero al verla nuevamente, tan bella y con el rostro más despejado luego de tanta diversión en me di cuenta que le fui queriendo. No era fácil asumirlo teniendo en cuenta que desde ese momento ya vivía una incógnita sentimental. Cada clase era una motivación para verla, conversar con ella y tenerla a mi lado. No sé si fui el segundo o el primero, solo consideré que era lo mejor siempre estar con ella. Hasta que llegó el fin de los estudios, no vestí la toga pero sí un terno impecable que atrajo su mirada. Ella lucía un sastre que resaltó más su belleza a cada instante. Ya sea parada en el atril y sentada en el público le demostré mi afecto. Fue paradójico pero ahí empezó lo nuestro. Hasta ahora nunca supe qué fue realmente pero fue algo hermoso. Los sábado de clase se convirtieron en salidas a escondidas para olvidarnos del mundo y recordar lo que vivimos al inicio. No fue algo legítimo pero sí tuvimos momentos muy íntimos, y eso bastaba. En mi departamento comiendo dulces hasta por gusto y mirando televisión, los programas eran lo de menos, solo me importaba estar a su lado. No sé si llegó el enamoramiento pero me dio seguridad, esa que me faltó un año antes o me falta hoy para afrontar diversas dificultades. Sé que no volverás por buen tiempo y todo será distinto. Pero realmente me haces falta, la seguridad en ti fue la que me faltó hace poco para mantener un amorío fugaz. Siempre recuerdo las visitas a tu casa, cuando te dejaba en la puerta y yo corría para treparme al taxi de turno. Hoy ya no visito tu casa, ni tú a la mía. Ahora solo me visitan tus comentarios nostálgicos de lo que pudo ser y no fue.