viernes, 3 de septiembre de 2010

Para la ñaña con cariño...



Fue por una casualidad que la conocí. Justo escuché de su cumpleaños por intermedio de unos amigos. ¿Vas a ir? Me dijeron. – “Para qué”, respondí. Fue unos días después que me agregó a mi Facebook y no dudé en aceptarla, pues hace tiempo le vi con unos amigos luego que fueron a una fiesta un 31 de octubre.

Y así fue, luego de unos días la fui considerando mi mejor amiga, se convirtió en una suerte de Ángel de la guarda para mí. Me hacía renegar, reír, olvidarme de las dificultades de la vida con su risa estruendosa que hace voltear la mirada de los parroquinos amantes del café.

Sus cabellos rojizos, su vestir rebelde pero con fondo fashion- como ella le llama- me alegran la tarde en la que salgo con malestar y frustración, ella se convierte en la solución con su alegría de niña que aspira a princesa pero con alma de súbdita porque solo le hace caso a lo que dice su corazón.

Quién diría, nos conocemos más de medio año pero la quiero como si la conociera desde el Nido. Tiene alma de mamá que mima a sus hijos, ¿me ve como un hijo?, no lo sé pero su instinto maternal es lo que le hace quererla no solo por mí sino también sus amigas que la acompañan con sus pasos perdidos que quieren encontrar consuelo en cada noche de café fino y ricos potajes.

¡Eeeeespectacular! Dice ser y vaya que lo creo, no solo se convirtió en mi amiga, sino en mi confidente de cuando me hace falta desfogar mis frustraciones. No todo en mi vida es licor, también es desilusión en muchos casos pero no lo transmito. Como bien dice la canción “tengo la vida de un triste payaso que ríe por fuera y llora por dentro”.

Y así es ella, detrás de sus grandes abrigos, su inmenso encendedor, y cajetillas de cigarrillos que se convierten interminables. Engreimiento, agresividad puede haber en su alma, pero el cariño y amistad por ella se vuelve mi ama.