
Besos apasionados y llenos de deseo, labios q probamos en cada escena de esa fugaz obra clandestina que se traduce en interés mezclado con ganas y libido que brota por las venas en cada llamada, en cada mensaje y en cada pensamientos a la distancia.
Así fue como se inició, con una señal de vida casi anónimo que luego con nombre apellido y talla de hilo dental pude reconocerte. Detrás de los espejos en penumbras acompañada de la sombra inmortal de quien te castiga o te hace feliz mientras yo duermo.
La duda de la vuelta de la escena se da nuevamente, pensar que tu orgullo y rencor por lo incólume de mis sentimientos te apartó de mí por un tiempo, pero nuestro deseo parece ser inseparable.
Como siempre en la clandestinidad, encapuchados sin mirar el ir y venir de quienes merodean la urbe con ojos de testigos de nuestro encuentro. Y así son nuestros encuentros: nos vemos pero a la vez no nos vemos.